Cuando se trata de no llamar la atención la Duquesa de Cambridge es experta. Ella sabe cómo no ser el centro de atención en algunos eventos. Tal es el caso de la boda real entre Harry y Meghan este sábado 19 de mayo.
Kate Middleton apareció con un vestido que ya ha usado en tres oportunidades más.
La duquesa Kate llego a la capilla St George en un Rolls Royce en compañía de sus hijos. El príncipe George de cuatro años y la princesa Charlotte de tres. Que además hacían de pajecitos en la boda de Meghan Markle y el príncipe Harry.
La Duquesa de Cambridge ha repetido por cuarta vez un diseño de Sarah Burton para Alexander McQueen en amarillo empolvado de líneas simples y tradicionales. Esta decisión se ha dilucidado como una forma de otorgar todo el protagonismo y vista de los periodistas hacia la novia y fugarse del “efecto Kate” (efecto con el que consigue acabar vendiendo todos los diseños que luce). En esta oportunidad, lo ha rematado con un atrayente sombrero de flores de Philip Tracey.
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Cuando se repite el vestido pues no llama la atención, ¿o sí?
El vestido con estilo abrigo lo usó en el bautizo de su hija Charlotte y así en dos eventos reales más. La duquesa Kate de Cambridge ha permanecido al margen del reflector de atención. Y finalmente ha permanecido relegada en todo instante a un plano secundario. Inclusive su hermana Pippa ha disfrutado de mucho más protagonismo que ella.
Gran cantidad de sus seguidores en las redes sociales no se detenían al escribir continuamente tuits con el mensaje: “¿Where is Kate?”
La teoría que se maneja con más argumentos es la que asevera que a la Duquesa Kate Middleton no le gusta ser el foco de atención y que intenta evadir a toda costa ser la estrella cuando no le corresponde.