La Duquesa Kate Middleton necesito solo 7 horas, para traer al mundo a su tercer hijo, y además lucir perfectamente radiante en las puertas del hospital con su bebé en brazos. Del mismo modo bajo las escaleras, poso a los fotógrafos, saludando y sonriendo como si nada.

Evidentemente, cada embarazo y parto es distinto en las mujeres. En el caso de la duquesa de Cambridge, al ser su tercer hijo no requería quedarse tanto tiempo en el hospital.

El parto ambulatorio es una practica habitual en los países europeos, en este caso Gran Bretaña. Las mujeres que dan a luz permanecen ingresadas el tiempo que sea preciso. Intentando que sea lo menos posible, sobre todo si la madre y el bebé están en excelentes condiciones.

Posteriormente se envía a una comadrona a visitarlos con la intención de controlar la evolución y que todo siga en perfectas condiciones. Y dadas las circunstancias Kate Middleton seguramente se encontraba en magnifico estado, ya que superó su propio récord, saliendo hospital dos horas antes que con su hija Charlotte.

Asombroso el semblante de la Duquesa Kate Middleton

Sigue siendo asombrosa la prontitud en que la Duquesa entro y salió del hospital. Pero más aún al observar sus fotos: perfecta, elegantísima y descendiendo las escaleras del hospital con total normalidad.

Gran número de mujeres en esas condiciones se conciben muy sensibles, agotadas, atemorizadas. Generalmente lo único que logran hacer es sonreírse con las visitas desde la habitación.

Muchas estarán pensando…No es lo mismo. Por mejor que nos sintamos luego de dar a luz, nunca abandonaremos el hospital como lo hizo ella. ¿Las razones? Simple, no poseemos a una tropa de estilistas, peluqueros y maquilladores que nos asistan.

Sin embargo, seamos sinceras…en nuestra vida cotidiana nunca salimos a pasear o al trabajo reluciendo así de espectaculares. Con esos estilismos a la orden del día, la cabellera magnifica y el tono perfecto de rubor.

Obviamente, no estamos obligadas a hacerlo, ni lo requerimos. Porque evidentemente no nos vamos a tropezar con todos los fotógrafos mundiales, acechándonos por donde quiera y menos esperándonos en la puerta del hospital.

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