Eiza González jamás entonó lo justamente bien para ser cantante, ni fue lo adecuadamente bella para ser modelo. Pero fue las dos cosas. Si bien en el ficticio combinado de los mexicanos nacidos a mediados de los noventa aparece aún con la cara redonda, nariz grande y vestido de tul, como una Punky Brewster, pero adolescente. Esa joven de 26 años ha pasado de ser una estrella chiquilla de telenovelas a la conjeturada novia del astro al que admiran miles de niños en el mundo: El futbolista Cristiano Ronaldo. Y en el mundo del periodismo rosa se preguntan: ¿Quién es esa chica que aparece a un balcón ibicenco con el galáctico?
Si bien nadie lo ha demostrado, ni siquiera la joven que aparece en esa foto borrosa sea la mexicana González, cualquier concomitancia con el jugador se lleva al extremo. Por los momentos se conoce, gracias a las redes sociales, que estaban al mismo tiempo en París (el luso ganó ahí con su selección la Copa de Europa); luego, coincidieron en Ibiza, donde les hurtaron la supuesta foto en un balcón. Y para liquidar la sed de amores de verano de las celebrities, asistieron a una fiesta en el mismo local en Los Ángeles, en el cual vive desde hace años González. Hasta allí pudiese parecer que los dos llevaron unas vacaciones de famosos al manejo, pero el periódico del corazón ha hecho saltar todas las alarmas.
González fue una joven estrella. De esas que en sus comienzos tienen que saber cantar, bailar y actuar y hacer todo a la vez en una misma serie de televisión. Así principió con la telenovela infantil Lola, érase una vez en 2007, con las puntas del pelo oxigenadas y una postiza rebeldía adolescente. En una entrevista en 2012 en la revista Caras, declaró sentir una envidia recóndita por Belinda. Las dos parecen cercenadas por el mismo patrón: Una voz dulce, cara de niñas, muchas cirugías y hasta la misma pareja, el joven empresario Pepe Díaz. La superioridad primordial de Ei, como diversos la conocen en México, es que una de las madrinas del modelaje en México, Glenda Reyna, es su madre.