Frida Kahlo, y su sufrida, pero exitosa vida.

Frida Kahlo, y su peculiar vida
Frida Kahlo, y su peculiar vida

Frida Kahlo como fue conocida Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón.  Fue una dama que selló la historia, posiblemente porque la vida la marcó a ella también. Y de distintas formas. Esta mujer logró adecuar los inconvenientes del destino. Abriendo un camino que la llevó a ser una de las artistas más sugerentes, reconocidas y admiradas del último siglo.

Esos momentos donde se cree que nada puede mejorar, resurge la oportunidad de llenarnos de energía y reinventarnos. Esto es algo que se puede meditar en la vida de esta famosa pintora mexicana de cejas sobresalientes e incipiente bigote.

Frida Kahlo conoció el desconsuelo y la dolencia física desde muy pequeña.

Cuando tenía seis años, sobrellevó un ataque de poliomielitis que le dejó perenemente la pierna derecha más corta y delgada. Esta enfermedad acarreó una niñez solitaria, insegura. Así como también, tratamientos, operaciones y restricciones, lejos de juegos y actividades propias de los niños.

Este sería el comienzo de una serie de desdichas para su salud. Una década más tarde, en mil novecientos veinticinco, sufrió un peligroso accidente que casi le cuesta la vida. El autobús escolar en el que retornaba a su casa en Coyoacán, México, fue atropellado por un tranvía y quedó totalmente devastado.

Las secuelas en el cuerpo de Frida fueron espantosas. Se quebró la columna vertebral en tres partes y su pierna derecha en once. También se fracturó la clavícula, dos costillas, y el hueso púbico.

Y si esto fuera poco, un pasamanos del vehículo le traspasó la cadera hasta salir por la vagina. Le acontecieron tres meses hospitalizada, contenida en corsés de yeso y bajo extrema quietud. Para lograr curar sus heridas y treinta y dos procedimientos quirúrgicos a lo largo de su vida. Todo esto lo vivió, con tan solo dieciocho años.

El dolor que debió haber soportado Frida Kahlo es inconcebible.

Sin embargo, ella demostró que se consigue resurgir. Y no solo eso, también que podemos transformar el sufrimiento y la angustia en arte.

Esta mujer jamás había manifestado interés en las artes plásticas en la escuela. Incluso, siendo adolescente Frida expresaba que aspiraba ser médica. Solamente había tenido la práctica de ocuparse en el taller de grabado e imprenta de un amigo de su padre. Quien reveló haber encontrado en la joven destrezas especiales para el arte.

Verdaderamente aquel hombre no se había equivocado. No obstante, la historia parece mostrar que, si no hubiera sido por la desdicha del accidente, posiblemente nunca la hubiéramos visto brillar. Fue durante su extensa recuperación que estableció una relación con la pintura y se enamoró de ella, para no despedirse jamás.

Cada desafortunado suceso en la vida de Frida, sarcásticamente, fue su mejor musa. Y cada temática, cada técnica utilizada y hasta cada trazo de sus pinturas, un reflejo de sus emociones.