El fallecimiento de Ronit Elkabetz

La intérprete y promotora Ronit Elkabetz falleció el lunes 11 de abril a los 51 años, tras perder la lucha con el cáncer que sufría desde hace dos años. Deja este mundo así pues uno de los rostros más internacionales de ese nuevo cine israelí que brotó durante la década pasada. A lo largo de su trayectoria, dirigió una ojeada crítica hacia su propia cultura, manifestando sus arcaísmos y refutaciones en las tres películas que firmó. Y se colocó al servicio de otros cineastas para interpretar todo el tiempo a mujeres fuertes, ingratas e indomables. “Nunca me he sentido atraída por los papeles de mujeres bellas, sino por la dificultad, por la suciedad, lo que pica y lo que sangra”, dijo a Le Monde hace unos años.

Nada consignaba a Elkabetz a realizar su carrera en el séptimo arte. Nace en 1964 en Beerseba, una diminuta localidad cercana a Gaza, la intérprete era hija de un funcionario de correos y una peluquera, cercano a Israel desde Marruecos un año precedentemente de su nacimiento. Su meta desde siempre  era convertirse en estilista y sus iniciales trabajos fueron como modelo. En 1989, tras culminar su servicio militar, concluyó en pasar una prueba para salir en un anuncio publicitario. Al alcanzar llegar al casting, comprendió que se trataba de una película: Le prédestiné, coproducción francesa firmada por Daniel Wachsmann. A pesar de su falta de experiencia, le dieron el papel protagonista. “Entendí que, hasta entonces, había sido una vagabunda y que acababa de encontrar mi techo”, explicó a Libération en 2009.

Durante los noventa, su nombre se creó cada vez más populares. En 1994, su personaje de médium discapacitada en Sh’Chur la transformó en un rostro popular en su país. En 1997 rodó Milim a las disposiciones del cineasta Amos Gitaï, con quien tornaría a laborar en Alila. Pero, en plena promoción a la gloria, tomó la decisión de dejarlo todo y comenzar de cero. Se fue a Francia, con el sueño de ser parte del Théâtre du Soleil, la reputada empresa práctica de la directora Ariane Mnouchkine. Le pidió una oportunidad, pero acabó por lavar los platos. Desde en aquel tiempo había partido su tiempo entre Tel Aviv y París, adonde más tarde rodaría con autores como André Techiné (La chica del tren), Brigitte Sy (Les mains libres) o Fanny Ardant (Cendres et sang).

En su país, Elkabetz presto ayuda a menudo con jóvenes cineastas empeñados en renovar el cine israelí y abrirlo en contextos ajenos al conflicto bélico. Así rodó Or (My treasure), de Keren Yedaya, ganadora de la Cámara de Oro en el Festival de Cannes, en la que interpretaba a una prostituta madre de una joven. “Es la actriz y realizadora (israelí) que más ha contado a nivel internacional”, reaccionó Yedaya al darse cuenta de la muerte de Elkabetz, a la que consideró de “artista total”. En España se hizo popular con La banda nos visita.

En el instante de su fallecimiento, tras luego de haber terminado la serie Trepalium para el canal francoalemán Arte, laboraba en su siguiente proyecto: Un drama sobre el último año de la vida de María Callas, con la que compartía perfil anguloso y, a partir de ahora, asimismo el final prematuro.